2. Límites del sexo

Dentro de esos límites el sexo es fantástico. Pero fuera de esos límites el sexo es terriblemente destructivo.

Es como el fuego dentro de la chimenea: calienta la sala y se ve bonito. Pero el fuego en el piso de la sala no es algo positivo, puede incendiar la casa y quemar a toda la familia.

El matrimonio: ese es el límite para el sexo. Los jóvenes dicen: “…Pero nos amábamos”. Dios no creó el sexo para el amor, Dios creó el sexo para el matrimonio: un compromiso permanente que dura toda una vida. Pero a veces en el matrimonio hay amor y a veces no. Los votos que los cónyuges hacen en el matrimonio dicen: “Tú y sólo tú, para bien o para mal, en la pobreza y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad”. Antes de que se casaran creían que iban a ser felices para toda la vida… Algún día cuando se casen, su matrimonio tendrá problemas porque formarán parte de él. No podemos tener una relación perfecta porque no somos perfectos. Cuando me casé no le dije a mi esposa: “estaré contigo solamente si me tratas como espero ser tratado o estaré contigo si no aumentas unas cuantas libras cuando pasen los años”. ¡No! Lo que le dije fue que estaré contigo el resto de mi vida pase lo que pase. Ese es el contexto seguro para el sexo, porque si le van a dar todo lo que son a otro ser humano (física, emocional y espiritualmente), si se van a convertir en “una sola carne”, más vale que sepan que la otra persona no los va a abandonar, porque si lo hacen, ustedes sufrirán.

Si tienen una relación sexual fuera del matrimonio, lo van a pagar. Hay que pagar un precio. Nadie ha tenido sexo fuera de ese contexto sin haberlo pagado. ¿Cuál es el precio? ¿Vale la pena?

3. Costos físicos

Volver a EL SEXO TIENE UN PRECIO