Hacia una cultura de la investigación

Si bien es sabido que el siglo 21 ha traído numerosos avances científicos y tecnológicos que han transformado vertiginosamente la manera de vivir, así de ciertas son también las incontables problemáticas vinculadas a este fenómeno que, vez tras otra, la sociedad desesperadamente ha luchado por enmendar, pese a sus discretos resultados. No queda más remedio, entonces, que recurrir a la investigación como mecanismo idóneo para encontrar las respuestas oportunas y superar las dificultades que han arrastrado consigo estos cambios tan abruptos. Es respecto a este sentido, que en los últimos años la escuela se ha venido convirtiendo en un inusual foco de atención para la comunidad intelectual y de los investigadores sociales.

El objetivo de este ensayo es presentar comentarios a ciertos aspectos del sector educativo encaminados hacia el diseño de una cultura de investigación social de énfasis cualitativo con miras a la resolución de los problemas más perentorios que atañen a las escuelas dominicanas de hoy en día, con una mirada crítica hacia la labor docente, particularmente, ya que la búsqueda permanente de la actualización de los conocimientos resulta de vital importancia para la pertinencia de las propuestas pedagógicas abordadas por el maestro al momento de encarar los retos cotidianos que surgen en el aula.

No es casualidad que en la República Dominicana, con el advenimiento de la jornada escolar extendida, por ejemplo, el Estado haya tenido que recurrir al auxilio de diversos profesionales de la conducta, e incluso de otros, ajenos a la praxis magisterial, como solución a los nuevos desafíos que plantea la escuela actual. Con ello, no sólo se busca innovar la labor didáctica y el aumento de la calidad educativa, sino que además se pretende detener la repentina aparición de comportamientos adversos a la convivencia que obstaculizan los procesos de enseñanza y perturban a la sociedad en general. Mestre y Guil (2014), aseguran que “en los centros educativos, el fenómeno de la violencia escolar interfiere en la labor del docente, afectando la práctica de la enseñanza y la educación del alumnado, generando una importante alarma social en los últimos tiempos” (p. 2). No obstante, lejos de ver disminuidos estos gravosos inconvenientes, tal parece que el efecto ha sido contraproducente: los medios de comunicación y las redes sociales muestran que los casos siguen acentuándose, mientras la expectación ansiosa de la sociedad continúa. ¿Cómo están respondiendo las autoridades?

El Ministerio de Educación, en coordinación con las universidades del país, está efectuando procesos más depurados para el ingreso a la carrera docente y a estudios superiores relacionados al sector educativo, respectivamente. Para Llivina y Urrutia (2014), “se ha desatendido en buena medida la capacitación de los docentes, lo que ha conllevado a que la mayoría tengan unos conocimientos y una experiencia escasos de los problemas que plantea la enseñanza en las aulas” (p. 7). Así que, el fin de este esfuerzo conjunto es captar recursos humanos óptimos para la tarea educativa y, en el caso universitario, los postulantes deben presentar trabajos de tesis basados en proyectos de investigación en contextos escolares reales, especialmente bajo el enfoque cualitativo, capacitando así a la nueva generación de educadores competentes y comprometidos que demanda la escuela moderna. Pero, ¿qué de particular tiene esta estrategia?

Una de las características fundamentales del enfoque cualitativo de investigación es que permite involucrarse activamente con la realidad que está siendo objeto de estudio. Según Strauss y Corbin (2002), “la investigación cualitativa permite trabajar con estudiantes que piensan y sienten, que viven situaciones conflictivas en su entorno; mirando más allá de los números y estadísticas, llegando al contacto de elementos conductuales y emocionales en el aula” (p. 19). Esta interacción sistemática abre una amplia gama de posibilidades para la resolución a diversos conflictos escolares específicos en ambientes educativos particulares. Este profundo conocimiento del contexto en cuestión y de los sujetos implicados, es posible mediante el método investigación-acción. Latorre (2003) la define como “un modelo de investigación cualitativa que inicia con una situación problemática que se busca mejorar mediante la intervención de un plan de acción que se mantiene bajo observación, análisis y evaluación para plantear futuros ciclos de intervención” (p. 57).

La investigación sistemática por parte del docente, primordialmente, con la participación apropiada del equipo de gestión del centro, se constituye en la herramienta más eficaz, para resolver las dificultades en las escuelas. McMillan y Schumacher (2005), establecen que la investigación educativa “tiene su inicio en el planteamiento de preguntas relacionadas al proceso educativo: cómo funcionan las instituciones educativas, métodos de enseñanza, diseño curricular, entre otros, que crean la necesidad de identificar, diagnosticar y generar acciones en pro de la educación” (p. 13). Con todo esto, se apuesta a impregnar un espíritu de indagación en los profesionales de la educación que forman (y aspiran a ser) parte del magisterio dominicano, para descubrir las posibles soluciones a las múltiples problemáticas que aquejan nuestro sistema educativo. Convertir al maestro en un agente activo (y no en un crítico pusilánime) capaz de diseñar estrategias más allá de la planificación didáctica para responder satisfactoriamente a las necesidades de la educación dominicana.

En resumidas cuentas, las más novedosas investigaciones en el campo de las Ciencias Sociales, el establecimiento de políticas educativas innovadoras, los esfuerzos universitarios en la actualización de los conocimientos relacionados a la Educación, y demás disposiciones, están dirigidas al fortalecimiento intelectual de educadores que hagan de la indagación un hábito constante en la resolución de conflictos; docentes que se acostumbren a la búsqueda sistemática de soluciones como parte esencial de su labor pedagógica en respuesta a las problemáticas; más que profesores, investigadores; maestros que contribuyan hacia la construcción de una verdadera cultura de la investigación científica en la República Dominicana.

H.G.