7. La inteligencia lógico-matemática

«Dani ecuación» odia el incumplimiento de horario y retrasos por parte de los demás. Le encantan los números y le gusta hacer cálculo; entiende con naturalidad el lenguaje de los gráficos y controlas sus finanzas personales con una contabilidad que daría envidia a las más modernas oficinas. En la escuela, nunca tuvo problemas con las ciencias exactas, aunque admire mucho a personas que se manejen con una actitud más humanista al encarar la vida. Pragmático, le encanta la música y le gustaría trabajar en actividades artísticas, ingeniería o arquitectura. Asiste con placer a ver películas de misterio y aprecia adelantarse a las historias y anticiparse a la trama y al enredo. Siente alguna atracción por la actividad militar y por el orden inherente a la misma, aunque opte por una vida de mayor libertad. Las personas como Dani Ecuación son un ejemplo de Inteligencia lógico-matemática.

Esa forma de inteligencia, es la capacidad para utilizar los números de manera efectiva y de razonar adecuadamente empleando el pensamiento lógico. Se manifiesta en la facilidad para entender y, sobre todo, comprender la proyección de los conceptos, de los símbolos y las formas matemáticas. Es la facilidad para el cálculo, en la capacidad de distinguir la geometría en los espacios, en el placer específico que algunas personas sienten resolviendo un rompecabezas que requiere pensamiento lógico o inventando problemas lógicos cuando el tráfico está congestionado o están esperando en una larga fila.

La inteligencia lógico-matemática, como las demás, está presente en todas las personas, pero en algunas se muestra más acentuada y permite la aparición de figuras como Pitágoras, Newton, y sobre todo Einstein, y de numerosos ingenieros y arquitectos brillantes.

Entre todas las inteligencias, indiscutiblemente, la lógico-matemática y la verbal son las de mayor prestigio. Dado que las matemáticas y la lectura se hallan entre las más admirables conquistas de la sociedad occidental, es comprensible que los exponentes de esas inteligencias estén mucho más próximos a ser considerados “genios” que los que poseen otra notable inteligencia.

El estímulo de esta forma de inteligencia deriva inicialmente, de las acciones del niño sobre el mundo, cuando aún en la cuna, explora sus chupetes, sus sonajeros y otros juegos para, enseguida, formarse expectativas sobre cómo se comportan en otras circunstancias. Es evidente que, en algunos casos, la inteligencia lógico-matemática aparece mucho más elevada y el individuo, incluso sin estímulos adecuados, puede hacerla brillar, pero más evidente aún es que los padres y la escuela que sepan cómo estimularla obtendrán resultados mucho más significativos de los que imponen las matemáticas como un perverso desafío. El alumno, así como es alfabetizado en el descubrimiento de los signos de las letras y con ellas forma sílabas y palabras, necesita ser alfabetizado matemáticamente, cuando, al descifrar los signos matemáticos, conquista la permanencia del objeto, descubriendo que posee una existencia separada de las acciones específicas del individuo. Al reconocer la permanencia del objeto, pensar y referirse a él en su ausencia, el niño se vuelve capaz de reconocer las semejanzas entre objetos, ordenándolos en clases y conjuntos. Más tarde, hacia los cinco años, deja de contar mecánicamente una serie de números y aplica ese valor, utilizándolo para conjuntos de objetos. Finalmente hacia los seis años, confrontando dos conjunto de objetos, el niño puede identificar el número de cada uno, comparar los totales y determinar cuál es el que contiene mayor cantidad. Las habilidades operatorias (confrontar, identificar, comparar, calcular) logran contornos definidos y el niño adquiere una razonable noción sobre el concepto de cantidad.

En el aula, y sobre todo en competiciones, el estímulo de esa inteligencia puede volverse una actividad muy interesante con el uso de mensajes cifrados, estimulante reto imaginativo a cualquier edad. Es interesante señalar el notable progreso de los alumnos de los primeros niveles de la enseñanza cuando descubren profesores que saben matematizar sus clases haciéndoles visitar su entorno y descubrir dónde está la matemática del conductor de autobús, del oficinista, de las latas en los exhibidores de los supermercados, en las tiendas, etc. La persona inexperta manifiesta incredulidad: “¿será que existe Matemática en esas cosas?” Ingenua la pregunta lo es para el profesor. Las matemáticas no sólo están en las aulas.

El simple ejercicio de buscar la lógica de las cosas o descubrir que determinados enunciados no tienen lógica alguna, constituyen operaciones mentales estimuladoras de esa competencia, como también las constituyen los ejercicios pedagógicos que trabajan las habilidades de clasificación, comparación o deducción.
Interacciones abstractas, problemas matemáticos, análisis algebraicos, juegos como las damas y el ajedrez son procedimientos recomendables para la estimulación de esta inteligencia.

Desde el punto de vista biológico: la inteligencia lógico-matemática existe en los lóbulos parietales izquierdos y la región occipital. Lesiones en esas zonas ocasionan colapsos en la capacidad de cálculo, dibujo geométrico y orientación izquierda/derecha.

8. La inteligencia lingüística o verbal

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