6. El caso de la profesora Rosa:
“No había ya otra alternativa para la profesora Rosa que no fuera su pedido de renuncia. Amaba el magisterio como nadie y como ella admiraba los fundamentos de la biología, que eran su vida, su alegría; además, cuando la invitaron para enseñar en aquel colegio particular de alto nivel, vislumbró algo más allá que un mejor sueldo; descubrió la posibilidad de “volar alto” en sus clases al encontrar alumnos más preparados que disponían de buena capacidad intelectual y numerosos recursos para trabajar con ellos. Pasados dos meses, Rosa no reunió más que desilusiones. Sus alumnos eran verdaderas “fieras enjauladas”, listas para devorar sus ansias y sus emociones. Intentó de todo… y en todo fracasó. Nada en aquella clase de secundaria podría llevar a sus alumnos a un mínimo de respeto, a un acto de concentración, a un ápice de interés. Rosa, frustrada, renunció.
Nadie en aquella escuela lamentó tanto la triste suerte de Rosa como su colega Fernando. Profesor de Química, también dictaba clases para los mismos alumnos de Rosa. Era querido, respetado y, aun más, se sentía amado por ellos. Promovían alborotos en su clase, pero lo hacía solamente en el marco de lo permitido. Un “basta” dicho en voz baja, era suficiente para que los alumnos volvieran a escuchar su palabra y reconocieran los límites establecidos”.
Se busca a través de este relato destacar que, algunas veces, el profesor no parece tener el perfil ideal para ser un buen administrador de disciplina. Es evidente que, en tal situación, no se recomienda la renuncia.
¿No será que el error estaba en un “cierto orgullo” de Rosa que le impedía asumir de modo claro, y confrontar con los otros colegas más próximos esta dificultad? ¿Será válido simular que todo va bien? Si Rosa hubiera hablado abiertamente con Fernando, ¿él se hubiera rehusado a ayudarla?
7. ¿Usted posee el perfil correcto para ocuparse de casos específicos de indisciplina?
Volver a La Indisciplina en el Aula