4.3. Los alumnos y su desorden

Algunas medidas que deben ser adoptadas antes de que el problema con el alumno se manifieste:

• Mirar a los ojos

El pizarrón es importante y no existe clase bien planificada que no permita usarlo con sabiduría, pero constituye un error aferrarse a él.

Dé la clase con una mirada en el pizarrón y dos en los alumnos. Mirar a los ojos no es solamente señal de pasión, es también un procedimiento didáctico de inmenso valor.

• Sea profesor de “todoelmundo”


Obvio que la palabra está mal escrita, pero es un error a propósito. Porque lo que se quiere transmitir es la idea de unión, integración, cohesión, globalidad.

Es una tontería mirar la clase mirando solamente a algunos alumnos, al grupo de primera fila o a la “gente del fondo”.

La clase es siempre para todos y la postura y posición del profesor jamás puede permitir que esto se dude.

• No permita que el alumno venga hacia usted; vaya usted hacia él

Se corre un riesgo de indisciplina muy grande cuando el profesor permanece sentado y permite que los alumnos lo busquen. Y cuando se da uno cuenta, con la visión cubierta por una verdadera pared humana, percibe que la hoguera de la indisciplina lo encendió todo. Ponerse a gritar y exigir silencio significa debilitar la autoridad.

Tiene mejor sentido común el profesor que busca al alumno en su lugar, lo atiende con diligencia y lo deja “sentadito” en su silla.

• Calma y serenidad, más que posibles, imprescindibles.


Un proverbio inglés: “Mantén la calma cuando todo el mundo alrededor tuyo ya la perdió y te echa la culpa.”

Respire hondo, cuente hasta diez, pero conserve la calma; perderla es entregarse a la clase. Hable con firmeza, pero sin rabia. Mantener la calma y serenidad es una duche de agua fría en contra de la indisciplina latente.

• Autoridad sí, autoritarismo, ni pensar

Una frase del Che Guevara: “Hay que endurecerse, pero sin perder la ternura jamás”.

Mucha firmeza, y por qué no, las misma dosis de dulzura. Esto vale para el aula; ayuda en cuestiones disciplinarias.

La tolerancia es importante, pero las reglas son las reglas.

El alumno necesita oír el NO, y muchas veces la palabra firme del profesor.

• “Autoestima” es el otro nombre de la felicidad

(No existe jardinero, panadero, peluquero, profesor y alumno felices sin la autoestima y el quererse bien. Sin embargo la autoestima no se compra en el colmado ni tampoco es un talento que se tiene o no se tiene.)

Mucho más que el padre o la madre, muchas veces el profesor es el que mejor puede desarrollarla en sus alumnos. Descubra el lado bueno del alumno y elógielo con moderación. Emplee una lupa en sus aciertos y descubra lo que nadie ve.

Es triste que muchas veces existen más ojos para criticar que para identificar la calidad casi oculta de las potencialidades.

• Lo que diez reproches no construyen, un único consejo edifica


Los reproches del profesor levantan pequeñas llamas del incendio que se quiere evitar.

Una conversación aparte con el alumno, invitándolo a que analice su comportamiento, qué es lo que lo desalienta, qué es lo que lo hace portar como se porta, y sobre todo que el alumno vea que no lo están reprochando sino que desean ayudarlo es una de las medidas que muchas veces funciona.

5. Lo que puede enseñarnos esta poesía

Volver a La Indisciplina en el Aula