Dos gramos de morfina

2do. Premio
Concurso Municipal de Cuentos
Jarabacoa 2011
Categoría 15 a 24 años
¿Acaso era posible elegir vivir o morir y que tu elección valiera de algo? toda la vida nos han dicho "no le temas a la muerte de todas maneras algún día llegara y no podrás escapar de ella" En mi ser no hay ni ha habido una mínima gota de miedo hacia tal cosa y menos en estos momentos que me encontraba en un estado de inconsciencia perdida en algún lugar.

En mi mente chocaban imágenes: pinchazos en mi brazo, una inmensidad de colores, música en mis oídos... Sólo alcanzaba a ver el crepúsculo sin sentir nada ¿Dónde estaba? me levanté del suelo y observé a mi alrededor, no había absolutamente nada solo arena y oscuridad, seguro estaba soñando porque nada mas explicaba que estuviera en lo que parecía ser el medio del desierto. A lo lejos alcance a ver a alguien que se acercaba rápidamente:

―¿Eres tú quien lleva el nombre de la roca negra? ―me dijo. Sólo podía ver su silueta, no podía definir su rostro ni lo que llevaba puesto, supuse que era una mujer por su tono de voz.

―Sí.

―Tienes un día para elegir.

―¿Elegir qué?

―Veo que no sabes ni en donde estas parada. Estás inconsciente sobre la línea que está entre la vida y la muerte puedes volver a dónde estabas o irte a donde sólo serás un alma.

―¿Qué es este lugar? ―pude oír su risa ahogada antes de que hablara.

―Para explicártelo de una manera que si puedas entender, esto es la nada, de algún modo lo que los religiosos llaman el sanatorio.

―No pensé que fuera así.

―Nada es como ustedes piensan... Dicen "el infierno esta envuelto en llamas entras ahí para tu eterno sufrimiento, el cielo es maravilloso felicidad y descanso por siempre" no es así, nadie a entrado a esos lugares y regresado para decir como son, ustedes tienen una imagen del universo demasiado errónea. Ya no pierdo más tiempo contigo, tienes un día, no esperes que el sol salga, porque eso no va a pasar -desapareció en segundos dejando nubes de arena a mi alrededor, eso había sido un poco extraño pero considerando donde me dijeron que estaba talvez era algo normal. Nada de lo que esta pasando es real mientras más tiempo pasa más segura me siento de que todo es un extraño sueño, por eso decidí seguir como si todo fuera real, talvez al despertar de algo me serviría. No creo que a todos les den las opciones que a mí me habían dado ase pocos minutos, de ser así muchos seguirían vivos ¿por qué a mí? yo no merecía volver a la vida el asqueroso mundo me había arruinado el cerebro y el alma, yo no era una buena persona.

Habían muchas más razones para quedarme que para volver. Razón número uno para no volver: El mundo ya no es un bonito lugar, esta lleno de malicia, de personas malévolas es obligatorio cambiar ante estas situaciones de no hacerlo no sobreviviríamos. Razón número dos: No tengo ningún sueño que borrar para convertirlo en realidad. Razón número tres: lo único que me queda de familia, mi padre pasa sus días quien sabe dónde y sus noches en bares y cabarets embriagándose y cuando me ve solo quiere golpearme o discutir, mi madre había muerto y no dudaba que yo tuviera un hermano por ahí de parte de mi padre que ni siquiera el conociera. Caminaba y caminaba y no llegaba a algo, de verdad era una inmensidad de nada así que desistí y volví a tirarme sobre la arena que supuse que debía estar helada, no sentía nada así que me limitaba a imaginar cómo se sentía todo.

Razón número cuatro: ya no quería estar más tiempo rodeada de personas hipócritas que les gusta aprovecharse de lo que no deben, esas personas me habían convertido en lo que era, una persona pesimista sin un poco de optimismo que no confiaba en absolutamente nadie ni tenía un poco de amor en el corazón, mi órgano vital se había convertido en hielo. Razón número cinco: no tenia alguien con quien por lo menos poder expresarme aunque era mejor así que tener una persona de quien preocuparse, no tenia nadie a quien cuidar, tampoco alguien que le doliese si no estuviera, podía desaparecer y nadie se daría cuenta y si lo notaban lo olvidarían en pocas horas.

Dejé de pensar en razones por un momento para tratar de recordar que hacía antes de caer en ese trance. Sé que estaba en mi habitación y había cubierto las ventanas porque me molestaba la luz, intente reconstruir la escena pero no pude, lo único que recordaba era que mi padre había salido sin decir a donde como siempre. No seguí intentando recordar pensando que talvez más tarde recordaría sin esfuerzo.

Mi sexta razón para no volver era: el dolor dentro de mí que siempre había intentado borrar y no había podido, eso no me dejaba salir a la luz, la nostalgia cuando recordaba cómo eran las cosas antes, las ganas de que todo volviera a lo que era aun sabiendo que era imposible regresar hacia atrás eso me mataba cada día. Razón número siete sinceramente ya estaba cansada de la vida, por lo menos de la forma de vida que yo debía llevar ahora, ya no me quedaban ánimos para nada mas, empezaba a pensar que no tenía ni una razón para vivir y de todas maneras seguí buscando razones para morir y así dejar las de vivir para el final. Octava razón: sustancias mortíferas me habían consumido, tiempos de depresión y desesperación me habían hecho caer y no podía levantarme por más que lo intentara porque siempre aparecía uno de mis mil demonios para torturarme. Me di cuenta de que debí haber empezado con las razones para regresar ya que eran mucho menos que las de quedarme, hubiese terminado con todo hace mucho de haber empezado así.

Primera razón para regresar: todas las cosas hermosas que aun no veía, que a pesar de que son pocas y cada día se destruyen un poco mas por culpa de la humanidad en la que me incluyo sentía que no podía irme sin antes conocer esos increíbles lugares que tenia la tierra. Segunda y ultima razón para regresar: la capacidad que no tenía pero que podía crear, de conseguir la fuerza y el deseo de vivir para encontrar un sueño, una meta. Pero no un sueño como los de todos los demás, por que los sueños solo son sueños porque nunca se cumplen, cuando estos se hacen realidad dejan de ser sueño y los míos serian algo así como una meta porque eran cosas que si quería realizar cosas que no dejaría que se perdieran en mi imaginación.

Ya llevaba bastante tiempo en ese lugar, debía haber despertado hace un buen rato o la inconsciencia me había hecho perder la noción del tiempo, seguro ya casi se cumplía el "día".

Me levanté del suelo para por lo menos mantenerme en movimiento, ya no tenía en qué pensar. ¿Qué más podía hacer? Las únicas opciones que tenía para salir de ahí era esperar que la "sombra" que se me había aparecido volviera a aparecer o despertar y ya lo había intentado y no pude, por lo menos ya tenía sueños interesantes.

Era cierto lo del sol, en todo el tiempo que llevaba ahí no había salido y cuando aparecí en ese lugar parecía estar a punto de hacerlo, la luz no se movía. Caminar allí era como andar en círculos, fue mucho el tiempo que tuve que esperar antes de que apareciera la extraña mujer. Esta vez no la vi acercarse a lo lejos, solo cerré los ojos y cuando los abrí ahí estaba.

―¿Ya me sacaras de aquí? ―fue lo primero que le dije. Su figura empezó a tomar forma, a tener detalles hasta convertirse en lo que parecía ser una persona normal. Era una mujer de pelo castaño, de piel morena y ojos verdes, parecía estar entre los veinte y los veinticinco años de edad, llevaba puesto un vestido que en realidad podía confundirse con una túnica.

―Veo que ya te decidiste.

―Sólo quiero despertar, sácame de aquí ―volvió a reírse como lo había hecho antes solo que esta vez además de oírla podía verla perfectamente.

―Crees que esto es un sueño ―dijo más como afirmación que como pregunta.

¿Qué más puede ser? estaba en mi habitación y de pronto aparezco en el desierto, claro que es un sueño.

―No lo es, por lo visto no recuerdas lo que hacías antes de llegar aquí que no te ha pasado por la cabeza la posibilidad de que estés casi muerta.
Ahora estaba confundida.

―Puedes explicarme qué pasa para salir lo más pronto posible de aquí.

―Dos gramos de morfina te han dejado en una especie de coma, solo un suicida se inyecta tanta droga en un día pero noto que tú lo hiciste sin esa intención.

Cuando ella dijo eso todas las memorias volvieron a mi cabeza, había usado toda la morfina que me quedaba, pero aun no me sentía segura de que era real, podía ser una gran alucinación debido a la cantidad de droga que había entrado a mi organismo.

―Convénceme de que esto es real, aún no te creo.

―Ya me estas cansando, si no me crees por lo menos sígueme el juego como si fuera cierto para terminar más rápido con esto ―tenía razón, si quería salir de aquí esa era la alternativa.

―Sabes que, para que te lo tomes mas enserio ―me sostuvo un brazo y de pronto estaba en mi habitación, podía verme tirada en la cama, también podía ver la jeringa en el suelo a centímetros de mi mano y ahora que lo pensaba bien, dos gramos si podían provocar sobredosis mas los miligramos que habían entrado a mí el día anterior que mi cuerpo aun no desvanecía. Diablos, de verdad estaba en coma.

―¿Te quedas o te vas? ―ahora solo tenía cinco segundos para elegir porque debido a que creía que todo era un sueño no había pensado que hacer, sólo razones para volver o quedarme.

Si no volvía estaría tranquila, por lo menos más de lo que estaba, no tendría preocupación ni nada de esa clase. Sabía que si regresaba no sería un trabajo fácil tratar de salir del hueco en el que estaba, debería pelear, esperar pacientemente porque no serian pocos los años que pasarían antes de encontrar el motivo para vivir, la felicidad si acaso era algo que podía conseguirse, no tenia esperanza era algo en lo que no creía.

―¿Te quedas o te vas? ―repitió. A pesar de que no creyera en la esperanza tenía que intentarlo, yo no era tan débil y me negaba a desaparecer sin dejar rastro, si no lograba mi objetivo de todas maneras podía hallar una simple solución, el ser humano es la cosa que mas formas de morir tiene. Las experiencias me habían hecho fuerte y las que vendrían me fortalecerían aún más.

Sentía que me asfixiaba y perdía la visión, salté de mi cama como cuando algo te retiene sumergido bajo el agua y logras salir cuando ya se te ha acabado el aire. Todo estaba como lo había dejado, ahora lograría lo que me había propuesto, no importaba que cada día apareciera un demonio para hacerme sufrir, de todos modos yo era un ser masoquista y podía soportarlo todo.

Cinthia Castillo
(Dominicana)


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