El fraude: la naturaleza de nuestra política actual 
En el principio o, mejor dicho en los orígenes de la política, esta se desarrollaba de manera inmaculada y era considerada como el auxilio de la sociedad pues fue ideada para lograr un bienestar público y una mejor organización entre los individuos, propiedades, pertenencias, relaciones, etc. Se decía que sus organizaciones y el estado tenían la intención de buscar el más grande de los logros, el bien común, pero no duro mucho la limpieza de este manantial cristalino pues la avaricia y la vanidad lo contaminaron de tal forma que hoy no se puede confiar en políticos. ¡Qué farsantes! 
La política uno de los recursos de la sociedad, uno de sus más valioso recursos, hoy nos es más que un conjunto de estrategias y mecanismos que los más adinerados y los más ambiciosos tienen para enriquecerse y oprimir a quien se le dé su regalada gana. 
Por más limpia que una persona tenga su alma y su conciencia si entra y se involucra en esta fiebre contagiosa terminara ensuciándose con ella y pasar a ser nada más y nada menos que una porquería de persona que busca gloria y honor como lo buscaban los antiguos gladiadores a base de sangre, maltratos y un sin números de juegos sucios dejando atrás lo que se conoce como honestidad, y lo yo llamaría “una conciencia a la altura de la situación”  tal vez te estarías preguntando ¿Qué situación? Y es la situación que se da cuando los políticos inconscientes preparan el escenario y le hacen creer al pueblo algo muy diferente a lo que realmente es, empañando la justicia y pintándola de otro color, retorciendo, mutilando y abusando de lo que realmente es político; pero no para “Ellos” lo más importante es “ser un reconocido político con mucho dinero en el banco y una imagen de salvador, solidario y defensor” cuando lo que hacen en realidad es separar el mundo en dos: los ricos y vanidosos y los pobres necesitados. 
Esta situación da pena en realidad, donde personas iguales que las demás solo que un poco más de recursos y mente pervertida hacen cosas deshonrosas por lograr lo que ellos llaman un bien a la sociedad cuando en realidad es que hacen cualquier atrocidad para alcanzar sus caprichos, en la actualidad tenemos innumerables ejemplos como es el de la desviación del río Yaque del norte en Jarabacoa, estas personas venden los o nuestros recursos naturales a empresas extranjeras para fines ajenos y ellos le hacen creer a los ciudadanos que es para la construcción de una presa. 
“Ellos” se embriagan y junto a su embriagues y a sus socios se sumergen en los suburbios del fraude y las malas mañas. 
Se enriquecen por medio del fraude y del engaño, y hacen un reflejo engañoso de integridad  aquí algunos se aprovechan Los extranjeros en sus causas ajenas, que en nuestro caso no son tan ajenas porque estas aunque a la verdad proporcionará fuentes de empleo pero dañará nuestros caudales, montañas, fauna y flora; este es solo un ejemplo de los fraudes que nuestra política es capaz de maquinar, cabe decir que, en esta vagabundería solo tendrán total beneficios el político y el extranjero. 
“Ellos” pasan por la calle robustos, con la barriga llena, ropas a la moda y de calidad, su cuerpo fundido en prendas, mientras existen muchos a su alrededores que casi no comen, no visten, y muchas veces ni siquiera cuentan con techo propio. Pero ese brillo, esa semblanza no le durará y su justicia que a la claridad de Dios es injusticia, perecerá. 
Su fama, robustez y días de gloria terminaran como un árbol que hace un allante y permanece parado pero no ofrece sombra aprovechable ni frutos comestibles sino venenosos y sus hojas van cayendo lentamente y su tronco perdiendo fuerzas hasta que todo el árbol se reduce a simples astillas y pajas podridas que no sirven ni siquiera para leña. 
¡Qué política esta! Lo que ellos llaman “para el bien de todo” no existe ni ha existido en su mundo ¡Qué farsantes! 
Pero, hay de aquellos que oprimen al pobre solo por dinero, que se ponen del lado de la moneda y de la maldita causa ajena que no están ajenas en la mayoría de los casos, que farsantes. 
No confíen en sus promesas no confíen. No formen parte del curso de sus planes. 
En aquel día serán juzgados con la justicia verdadera y Dios en el juicio final les pedirá cuentas de lo que hicieron y que hicieron con lo que él (Dios) le entrego en sus manos.  
Smerling José Peralta