Realismo incisivamente rural 
Juan Bosch, el más prolífico autor dominicano (laureado con el Premio Nacional de Literatura) y uno de los estandartes del relato corto en Latinoamérica, decide, por allá en los años 1930, escribir su primera narración extensa cargada de realismo y suspenso, regalándonos la novela titulada La Mañosa, que se convertiría en un referente obligado para sus colegas hispanos, y en todo un clásico para la narrativa criolla. En su labor literaria (que incluye además el ensayo y la investigación) encontramos una técnica e ingenio para contar historias (mayormente de temática rural), que hoy en día son objeto de estudio en distintos ámbitos académicos y una fuente inagotable de inspiración e influencia para personalidades del género que actualmente descollan en el país y el extranjero, como Avelino Stanley, Ángela Hernández, Junot Díaz, y demás. Lo cierto es, que la vasta obra del insigne profesor a todos cautiva y entretiene, y La Mañosa no representa excepción en lo absoluto. Sus páginas nos remontan hacia inicios del siglo 20, en el mismo corazón de un Cibao convulso de rebeliones campesinas contra un régimen despótico que quiere hacerse con el control de sus tierras; referido desde el ángulo de una comunidad pacífica ajena al conflicto... Así transcurren los hechos: 
La vida y los problemas de los campesinos han sido siempre el eje fundamental de la narrativa de Bosch. A través de La Mañosa, su pasión por el ámbito rural logra desbordar la imaginación e imprimir en los lectores sensaciones auténticas del ambiente propio del campo, desde el dialecto autóctono cibaeño expresado en los diálogos, hasta los matices más significativos de los paisajes, cuyas descripciones erizan la piel y hechizan los sentidos. El lenguaje llano de los personajes enriquecido con el asombroso retoque literario plasma en la obra un pulcro y elegante estilo digno de imitar y ser alabado.

Los personajes son recreados al más puro estilo de Bosch: prolijamente descritos con una originalidad literaria en los caracteres seleccionados y llevados a una íntima profundidad en sí mismos que los  vuelve particulares y llenos de vida, añadiendo por medio de las situaciones, el realismo necesario para quedar arraigados de manera natural en la mente del lector.
El elemento bélico, que salpica de acción intermitente todo el relato, y visto desde la joven perspectiva de un niño, aporta una intensa carga de suspenso, la cual el autor ha sabido manejar magistralmente dosificándola a su antojo, generando así el interés y la expectativa necesarias para llevar al lector de la oreja hasta no ver el punto final, tal como hacen los expertos.
Si mirásemos la caótica época en la cual se intentó difundir la novela, nos damos cuenta de que Bosch, como fiero defensor de los valores democráticos, perseguía  el propósito de despertar un espíritu de lucha contra las adversidades de la Dictadura Trujillista a las que empezaba a ser sometida impunemente  la población dominicana para, de esta manera, enfrentar los males sociales encarnando los ideales revolucionarios proclamados en las páginas de La Mañosa.
En fin, por medio de la calidad literaria y la incisiva realidad campesina retratada en relatos como los de La Mañosa, fue que Juan Bosch pudo colocarse en el gusto popular y labrarse su camino hacia el pedestal que hoy ocupa en la narrativa hispanoamericana de ser uno de los más importantes precursores de los cánones y patrones del realismo social de principios del siglo 20, además de ser considerado el cuentista dominicano por excelencia.

Le doy un 8.5 de 10.
H.G.