4.1. La escuela y su estructura
De modo indiscutible, la escuela es un foco de indisciplina; muchas veces debido a su organización interna: por sus sistemas de sanción, por la falta de integración y unión entre su equipo docente y administrativo, pero sobre todo por la ausencia de cómo se encara la cuestión disciplinaria.
No pocas escuelas parecen vivir la exaltación del “éxito” de sus alumnos, para la “gloria” perversa de clases en las que se aplaude nada más que la formación, para el logro falaz con que se exhibe, tal como un cuartel, como un centro de disciplina y en donde descaradamente se anuncia y promete el autoritarismo que a veces encamina al alumno a la universidad pero a costa de su irrecuperable robotización. Prepara alumnos, en fin, para el triunfo, y jamás para la felicidad; para la universidad, y jamás para la vida.
Si la escuela es así, podría transformarse en poco tiempo, si se asumieran:
• La definición clara de las reglas disciplinarias, establecidas democráticamente entre directores, profesores y alumnos.
• El establecimiento de canales claros de comunicación entre alumnos, directores, padres y orientadores.
• La creación urgente de centros de atención para ayudar a alumnos con dificultades cognitivas o emocionales, a padres que necesitan orientación y acompañamiento, a profesores y otros especialistas que requieren orientación.
• Una asociación de padres que sea más que una recaudadora de fondos; un grupo entusiasmado e integrador, con poderes de ayuda y de crítica, de decisiones consensuadas de opinión y de proyectos.
• Una planificación horaria pero inteligente:
Cuando se pensaron en los horarios de clase, ¿se piensa en la disciplina? Lamentablemente, casi nunca; es común pensar que la indisciplina es cuestión pedagógica y el horario de clases una cuestión burocrática. Fatal engaño.
Es necesario tener en la escuela un horario inteligente en el que las clases de ciencias humanas se alternen con las de ciencias exactas, en el que prácticas de laboratorio estén alternadas con actividades deportivas. Es muy incómodo admitir que el horario de clases existe para atender a necesidades y a los intereses del aprendizaje, no a intereses particulares, arreglos para beneficiar a unos y a otros y acomodo para la alegría de todos. Un horario bien hecho obstruye la aparición de problemas disciplinarios.
4.2. El profesor y su conducta
4.3. Los alumnos y su desorden
5. Lo que puede enseñarnos esta poesía
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