4.1. El ejemplo de la cinta adhesiva

El sexo tiene la capacidad de unir a las personas tanto como la cinta adhesiva. Tomaba un pedazo de cinta adhesiva y me subía la manga y me enrollaba la cinta alrededor del brazo y se pegaba muy bien la primera vez. Luego decía que no; que ya no quería tener más esta cinta y me la arrancaba y con ella me arrancaba pedacitos de brazo. Luego le daba la cinta al afortunado que estaba sentado en primera fila alrededor del brazo. Se pegaba un poco, pero no tan bien como la primera vez. Se la arrancaba del brazo y ahora la parte adhesiva de la cinta tenía desechos de su brazo y del mío. Luego a la siguiente persona, así que algo de su brazo quedaba ahí también y pronto la cinta no se le pegaba a nadie; tenía demasiada basura de todos los lugares en donde había estado.

Tienen sexo con alguien, la relación termina y se van a llevar la basura de esa relación a la siguiente y a la siguiente y a la siguiente. Tiene un precio.

Los jóvenes me dicen todo el tiempo: “Pero espera un momento, no comprendo, ¡nos amamos! Esta es la persona con la que voy a pasar toda mi vida. Jamás terminaremos. Esto va a durar para siempre”. ¿Cuánto creen que dura la relación, promedio, entre los adolescentes una vez que deciden tener sexo? ¿Unos seis meses? Casi. Tres semanas es el promedio. Creen que están enamorados, que va a ser para siempre y tres semanas después la jovencita del frente se ve más atractiva o el muchacho que está en el equipo de básquetbol porque es más popular; y escribimos esta carta: “Querido Juan… o querida Julia…” y terminamos la relación. Hablamos más de esa persona con nuestros amigos: “Era un estúpido, eso fue una tontería”, pero esta va a ser mejor. Esa relación no dura, luego hay otra y otra más… Muy pronto ya no tengo nada único qué darte que no le vaya a haya dado a todo el mundo antes que a ti excepto unas cuantas enfermedades que adquirí en el camino.

El sexo se ha convertido en un juego y no fue creado para eso. Un grupo de chicos pensó que sería divertido tener sexo con tantas jovencitas cono fuera posible y acumular puntos. Tenían un sistema de puntos. De hecho, mientras más joven fuera la chica con la que se acostaban, se anotaban más puntos. Estaban teniendo sexo con niñas de once, doce, trece años de edad. Esto llegó a los medios masivos de información, ¿y saben lo que dijeron al respecto? Esto fue lo que dijeron: “Así son los muchachos”. ¡Me sentí tan ofendido! Tomaron a todos los adolescentes varones y dieron: “Todos los varones abusan de las mujeres, las usan como deporte y las abandonan. Eso es lo que significa ser varón”. ¡Pero eso no es cierto! ¡No es cierto! Sí, siempre habrá tipos que piensen que el sexo es un gran juego; que pueden abandonarte y seguir su camino sin problema, y hablar de ti el lunes como si fueras un objeto. Siempre habrá tipos que traten así al sexo y a las mujeres, pero eso no es parte de ser un hombre.

Ser hombre implica que nunca abusaremos de las mujeres ni las usaremos como deporte para luego abandonarlas. El sexo no es un juego. ¡No es un juego! No todos los hombres son así. El tratar a las mujeres sin respeto no es parte de ser hombres. Muchachos, permítanme decirles algo a todos ustedes, a los varones: conozco las luchas que pasan entre ustedes entre hombres porque yo soy varón y también las paso; pero escúchenme, el tener sexo no te hace hombre. Cualquiera puede tener sexo. No se requiere de ningún talento o habilidad. Un perro puede tener sexo. Eso no te hace hombre. La firmeza moral, la integridad y el respeto hacia las mujeres sí te hace hombre.

4.2. El verdadero amor sabe esperar

5. Costos espirituales

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